Los resultados de los cambios políticos rara vez son aquellos que sus amigos esperan o que sus enemigos temen. Thomas Henry Huxley
--------------
Tal y como se especificó en la primera parte de este artículo, se tratarán algunas de las principales características utilizadas para incluir a los partidos políticos en la izquierda o en la derecha:
Tal y como se especificó en la primera parte de este artículo, se tratarán algunas de las principales características utilizadas para incluir a los partidos políticos en la izquierda o en la derecha:
1. Comenzaremos con la apuesta por un estado confesional, aconfesional o laico: la promoción y salvaguarda de los valores religiosos suele considerarse un rasgo de la derecha. Es bien sabido que durante el régimen de Franco la religión católica tuvo un peso importante en la política. Sin embargo, echando un vistazo a los países musulmanes se constata que numerosos gobiernos son dictaduras socialistas de corte islámico. Se podría argumentar que es la religión cristiana –y no la musulmana- la propia de la derecha, mas este argumento parece ignorar la existencia de sacerdotes marxistas revolucionarios en Sudamérica. Hombres cuyas convicciones políticas les llevaron a plantar cara a gobiernos de derechas. Aunque no hace falta ir tan lejos ni llegar a tales extremos para ver que es un argumento endeble: en nuestro país, el mandato socialdemócrata de Felipe González no se caracterizó precisamente por su laicidad pues año tras año destinó generosas ayudas estatales a la Iglesia Católica. A tenor de los hechos, es obvio que la integración de la religión en la política no es exclusiva de la derecha.
Cabría preguntarse entonces si la laicidad es un distintivo propio de la izquierda: en efecto, es indudable que una buena parte de la izquierda ha impuesto el estado laico, no obstante la derecha liberal también cuenta con importantes partidarios de la laicidad. Entre ellos destacan el aristócrata Voltaire y el presidente y filósofo estadounidense Thomas Jefferson, personajes ambos de gran repercusión histórica.
Por tanto, aunque existe una derecha íntimamente ligada a la religión católica, dicha circunstancia no se extiende a todo el ámbito de la misma y, del mismo modo, tampoco se puede atribuir toda la laicidad a la izquierda.
2. El capitalismo como modelo económico: el socialismo original y el comunismo siempre han criticado las supuestas desigualdades e injusticias surgidas del capitalismo. Hoy en día sus argumentos suelen remitirse a la posición inferior del trabajador frente al empresario, la cual motiva la necesidad de sindicatos y de diversas medidas laborales. A pesar de ello, la socialdemocracia ha acercado posturas con los liberales, aceptando el sistema capitalista como garante de cotas superiores de bienestar y desarrollo. A su vez, el liberalismo ha permitido ciertas intromisiones estatales en la economía. Esto ha generado una zona del espectro político donde es complicado –si no imposible- discernir entre izquierda y derecha. Allí, tanto una como otra postura abogan por un capitalismo intervenido en mayor o menor medida.
3. El nacionalismo también se ha empleado como distintivo político aunque con menos fundamento si cabe que la adopción de una economía capitalista. Como ejemplo típico suele citarse al dictador nacionalista Chiang Kai Shek, que se enfrentó a la China comunista, siendo categorizado por ello en la derecha. Aunque en un principio apoyó el comunismo, enseguida cambió de idea, adoptando una política nacionalista caracterizada por una apertura económica que, a la postre, resultó muy beneficiosa para Taiwan. Otros casos en los que la exaltación nacional se ha considerado propia de la derecha son el nazismo, el fascismo o la Falange (cabe reseñar en ésta que su cofundador -José Antonio Primo de Rivera- no la identificaba con la izquierda ni con la derecha). Sin embargo, cuando echamos un vistazo a los partidos nacionalistas de izquierdas, como ERC o los vinculados al entorno de ETA, comprobamos que este criterio tiene muy poco valor en sí mismo. Más aún, viendo que el antiguo baluarte del comunismo –la extinta Unión Soviética- manifestaba un férreo nacionalismo, sería un error mezclar dicha característica con la dialéctica izquierda-derecha.
4. La fortaleza o debilidad de los sectores público y privado es un elemento categorizador más adecuado, en apariencia, que el nacionalismo. Por desgracia, sólo es válido desde posiciones liberales. Atendiendo a su óptica, un país sería más liberal cuanto mayor peso tuviera el sector privado y más izquierdista cuanto mayor lo tuviera sector público. Este criterio mantiene cierta coherencia funcional si se considera al liberalismo como la única derecha. Ahora bien, ello supondría excluir de manera arbitraria a las ideas conservadoras, las cuales históricamente también tienen su sitio en la derecha.
2. El capitalismo como modelo económico: el socialismo original y el comunismo siempre han criticado las supuestas desigualdades e injusticias surgidas del capitalismo. Hoy en día sus argumentos suelen remitirse a la posición inferior del trabajador frente al empresario, la cual motiva la necesidad de sindicatos y de diversas medidas laborales. A pesar de ello, la socialdemocracia ha acercado posturas con los liberales, aceptando el sistema capitalista como garante de cotas superiores de bienestar y desarrollo. A su vez, el liberalismo ha permitido ciertas intromisiones estatales en la economía. Esto ha generado una zona del espectro político donde es complicado –si no imposible- discernir entre izquierda y derecha. Allí, tanto una como otra postura abogan por un capitalismo intervenido en mayor o menor medida.
3. El nacionalismo también se ha empleado como distintivo político aunque con menos fundamento si cabe que la adopción de una economía capitalista. Como ejemplo típico suele citarse al dictador nacionalista Chiang Kai Shek, que se enfrentó a la China comunista, siendo categorizado por ello en la derecha. Aunque en un principio apoyó el comunismo, enseguida cambió de idea, adoptando una política nacionalista caracterizada por una apertura económica que, a la postre, resultó muy beneficiosa para Taiwan. Otros casos en los que la exaltación nacional se ha considerado propia de la derecha son el nazismo, el fascismo o la Falange (cabe reseñar en ésta que su cofundador -José Antonio Primo de Rivera- no la identificaba con la izquierda ni con la derecha). Sin embargo, cuando echamos un vistazo a los partidos nacionalistas de izquierdas, como ERC o los vinculados al entorno de ETA, comprobamos que este criterio tiene muy poco valor en sí mismo. Más aún, viendo que el antiguo baluarte del comunismo –la extinta Unión Soviética- manifestaba un férreo nacionalismo, sería un error mezclar dicha característica con la dialéctica izquierda-derecha.
4. La fortaleza o debilidad de los sectores público y privado es un elemento categorizador más adecuado, en apariencia, que el nacionalismo. Por desgracia, sólo es válido desde posiciones liberales. Atendiendo a su óptica, un país sería más liberal cuanto mayor peso tuviera el sector privado y más izquierdista cuanto mayor lo tuviera sector público. Este criterio mantiene cierta coherencia funcional si se considera al liberalismo como la única derecha. Ahora bien, ello supondría excluir de manera arbitraria a las ideas conservadoras, las cuales históricamente también tienen su sitio en la derecha.
A diferencia de los liberales, los conservadores a menudo han reforzado el sector público para alcanzar sus propósitos. En ocasiones, incluso más que la izquierda socialdemócrata. Por tanto, la escisión entre izquierda y derecha según la extensión de los sectores público y privado sólo tendría validez para categorizar a la derecha liberal y no para otras derechas partidarias de una alta intervención estatal.
En la última parte de este artículo terminaré de exponer la debilidad de otros criterios que también se emplean para delimitar la izquierda y la derecha políticas. A dicha exposición se adjuntará una conclusión final de las tres partes que componen el artículo.
-
No hay comentarios:
Publicar un comentario