La política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible. Antonio Cánovas del Castillo.
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Finalizaremos el artículo con esta tercera parte. En ella empezaremos exponiendo la problemática de los restantes criterios que se suelen utilizar para distinguir entre los partidos de izquierdas y de derechas:
5. Las políticas sociales han sido –y son- típicas de los gobiernos de izquierdas. Su finalidad suele ser proteger a los más desfavorecidos y, en no pocas ocasiones, a los grupos capaces de ejercer presiones políticas. Sin embargo, hoy en día no es casual que partidos liberales o conservadores destinen cantidades superiores de dinero a políticas sociales que otros de izquierdas. Esta situación puede apreciarse al comparar la izquierda moderada norteamericana (demócratas) con algunas derechas europeas. Es más, algunos partidos considerados de extrema derecha han destinado comparativamente más dinero a políticas sociales que algunas socialdemocracias. Sin ir más lejos, la mencionada Falange o el régimen nacional socialista alemán.
6. La preservación del orden social establecido, protegiendo la moral y/o los valores tradicionales, ha sido un distintivo propio de gobiernos conservadores. Lamentablemente, no se identifica con las posturas liberales, las cuales no tienen por qué mantener tradiciones e incluso pueden combatirlas.
Esta característica resulta paradójica si es la derecha la que se opone a valores tradicionales de índole socialista o comunista, algo frecuente en ciertas dictaduras de izquierdas. Es entonces cuando se invierten las tornas, siendo la izquierda más conservadora y la derecha más revolucionaria.
7. La preponderancia de la libertad sobre la igualdad, o a la inversa, se emplea a menudo para argumentar la división izquierda-derecha. No obstante, este criterio es uno de los más subjetivos y lleno de equívocos de los mencionados hasta ahora. La razón es que libertad e igualdad son términos difusos que carecen de límites y significado concreto fuera de un marco político determinado. Incluso encuadrados en dicho marco, son difíciles de cuantificar: ¿cuánto supone mucha o poca libertad o igualdad? Intuitivamente sabemos que los regímenes comunistas dan muchísima más preponderancia a la igualdad que a la libertad. En cambio, en las democracias occidentales el asunto es más complejo. Comparar unas con otras en base a la libertad e igualdad de sus ciudadanos no es nada fácil.
Por otra parte, hay que tener presente que cualquier socialdemocracia ofrece más libertades que los totalitarismos de izquierdas o de derechas. Ello resta más validez si cabe a este criterio, el cual sólo sirve como referencia –y no muy buena- para comparar el liberalismo con otras formas de gobierno.
8. El racismo o xenofobia es una postura que se ha venido achacando a la extrema derecha a lo largo del siglo XX. Aunque pudiera parecer más fiable que las otras características expuestas, también resulta equívoca. Si bien el régimen de Hitler u organizaciones como el Ku Kluks Klan defendían la superioridad de la “raza aria”, diversos movimientos de derechas –incluida la ambigua Falange- no presentan rasgos xenófobos. En nuestros días, las derechas moderadas de los países capitalistas no suelen ser xenófobas o, al menos, no más que las izquierdas moderadas de dichos países.
A grandes rasgos se puede afirmar que, históricamente, la xenofobia está más integrada en la derecha. Sin embargo, en la actualidad dicha actitud es minoritaria y también puede presentarse en las filas de la izquierda.
9. La protección del medio ambiente surgió como ideal político en el ámbito de la izquierda. Con el paso del tiempo, las cosas han cambiado. Es cierto que las posturas más radicales siguen siendo feudo de la izquierda pero ello no quiere decir que partidos de derechas no tengan entre sus prioridades el medio ambiente. En España, durante el gobierno del PP, se creó el Ministerio de Medio Ambiente y un partido considerado de extrema derecha como es Democracia Nacional tiene entre sus ideas fundamentales la protección del hábitat natural.
Por otra parte, la identificación del deterioro medioambiental con el capitalismo suele obviar los grandes atentados contra la naturaleza por parte de las dictaduras comunistas.
Hoy en día, la conciencia medioambiental está siendo asumida cada vez más por la derecha, lo que resta valor a este criterio que sólo servirá para identificar a la izquierda más ecologista.
Como colofón, cabría decir que hoy en día la distinción entre derecha e izquierda es incorrecta. Por un lado supone un anacronismo y por otro alberga tantas excepciones que apenas tiene validez objetiva. La derecha puede ser conservadora pero no siempre lo es. A veces es la izquierda la que asume la condición de conservadora y la derecha la de revolucionaria. En el centro político existe un amplio espectro que va desde la socialdemocracia hasta la tercera vía. Allí los partidos no se diferencian tanto por sus ideales de izquierda o derecha como por las medidas específicas que asumen ante los problemas sociales.
La religión no es patrimonio de la derecha ya que numerosos gobiernos socialdemócratas destinan partidas presupuestarias al mantenimiento de ciertas confesiones, al tiempo que existen derechas profundamente laicas. Otros criterios tienen una validez parcial muy discutible y/o son tan subjetivos que no aportan luz al asunto.
Por consiguiente, la distinción entre izquierda y derecha parece obedecer más a una necesidad de encuadrar al adversario político que a una denominación cabal y lógica. Es más, en algunos casos se dan alianzas entre la izquierda y derecha que ponen en entredicho la verdadera lucha por unos ideales. Recuérdese la adscripción del PNV (partido muy conservador) al bando republicano durante la Guerra Civil Española o el pacto germano ruso de no agresión que firmaron Hitler y Stalin. Tanto en las posturas más moderadas (socialdemocracia y tercera vía) como en las más extremas (totalitarismos de izquierdas o de derechas; anarcocapitalismo y anarcosocialismo) se observa un acercamiento de posturas entre la izquierda y la derecha, algo que termina de complicar aún más el asunto.
Se hace necesario, pues, ir abandonando dichas denominaciones. Una solución sería cambiarlas por otras que describan con más exactitud las ideas de cada partido. Ya no valdría decir que es de izquierdas o de derechas, sino que debería categorizarse de manera más detallada. Así, el ciudadano podrá tener un mejor conocimiento de las diferentes opciones ideológicas que la democracia pone a su disposición. Su voto tendría un mayor valor intrínseco al ser fruto de una elección más transparente y precisa.
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Finalizaremos el artículo con esta tercera parte. En ella empezaremos exponiendo la problemática de los restantes criterios que se suelen utilizar para distinguir entre los partidos de izquierdas y de derechas:
5. Las políticas sociales han sido –y son- típicas de los gobiernos de izquierdas. Su finalidad suele ser proteger a los más desfavorecidos y, en no pocas ocasiones, a los grupos capaces de ejercer presiones políticas. Sin embargo, hoy en día no es casual que partidos liberales o conservadores destinen cantidades superiores de dinero a políticas sociales que otros de izquierdas. Esta situación puede apreciarse al comparar la izquierda moderada norteamericana (demócratas) con algunas derechas europeas. Es más, algunos partidos considerados de extrema derecha han destinado comparativamente más dinero a políticas sociales que algunas socialdemocracias. Sin ir más lejos, la mencionada Falange o el régimen nacional socialista alemán.
6. La preservación del orden social establecido, protegiendo la moral y/o los valores tradicionales, ha sido un distintivo propio de gobiernos conservadores. Lamentablemente, no se identifica con las posturas liberales, las cuales no tienen por qué mantener tradiciones e incluso pueden combatirlas.
Esta característica resulta paradójica si es la derecha la que se opone a valores tradicionales de índole socialista o comunista, algo frecuente en ciertas dictaduras de izquierdas. Es entonces cuando se invierten las tornas, siendo la izquierda más conservadora y la derecha más revolucionaria.
7. La preponderancia de la libertad sobre la igualdad, o a la inversa, se emplea a menudo para argumentar la división izquierda-derecha. No obstante, este criterio es uno de los más subjetivos y lleno de equívocos de los mencionados hasta ahora. La razón es que libertad e igualdad son términos difusos que carecen de límites y significado concreto fuera de un marco político determinado. Incluso encuadrados en dicho marco, son difíciles de cuantificar: ¿cuánto supone mucha o poca libertad o igualdad? Intuitivamente sabemos que los regímenes comunistas dan muchísima más preponderancia a la igualdad que a la libertad. En cambio, en las democracias occidentales el asunto es más complejo. Comparar unas con otras en base a la libertad e igualdad de sus ciudadanos no es nada fácil.
Por otra parte, hay que tener presente que cualquier socialdemocracia ofrece más libertades que los totalitarismos de izquierdas o de derechas. Ello resta más validez si cabe a este criterio, el cual sólo sirve como referencia –y no muy buena- para comparar el liberalismo con otras formas de gobierno.
8. El racismo o xenofobia es una postura que se ha venido achacando a la extrema derecha a lo largo del siglo XX. Aunque pudiera parecer más fiable que las otras características expuestas, también resulta equívoca. Si bien el régimen de Hitler u organizaciones como el Ku Kluks Klan defendían la superioridad de la “raza aria”, diversos movimientos de derechas –incluida la ambigua Falange- no presentan rasgos xenófobos. En nuestros días, las derechas moderadas de los países capitalistas no suelen ser xenófobas o, al menos, no más que las izquierdas moderadas de dichos países.
A grandes rasgos se puede afirmar que, históricamente, la xenofobia está más integrada en la derecha. Sin embargo, en la actualidad dicha actitud es minoritaria y también puede presentarse en las filas de la izquierda.
9. La protección del medio ambiente surgió como ideal político en el ámbito de la izquierda. Con el paso del tiempo, las cosas han cambiado. Es cierto que las posturas más radicales siguen siendo feudo de la izquierda pero ello no quiere decir que partidos de derechas no tengan entre sus prioridades el medio ambiente. En España, durante el gobierno del PP, se creó el Ministerio de Medio Ambiente y un partido considerado de extrema derecha como es Democracia Nacional tiene entre sus ideas fundamentales la protección del hábitat natural.
Por otra parte, la identificación del deterioro medioambiental con el capitalismo suele obviar los grandes atentados contra la naturaleza por parte de las dictaduras comunistas.
Hoy en día, la conciencia medioambiental está siendo asumida cada vez más por la derecha, lo que resta valor a este criterio que sólo servirá para identificar a la izquierda más ecologista.
Como colofón, cabría decir que hoy en día la distinción entre derecha e izquierda es incorrecta. Por un lado supone un anacronismo y por otro alberga tantas excepciones que apenas tiene validez objetiva. La derecha puede ser conservadora pero no siempre lo es. A veces es la izquierda la que asume la condición de conservadora y la derecha la de revolucionaria. En el centro político existe un amplio espectro que va desde la socialdemocracia hasta la tercera vía. Allí los partidos no se diferencian tanto por sus ideales de izquierda o derecha como por las medidas específicas que asumen ante los problemas sociales.
La religión no es patrimonio de la derecha ya que numerosos gobiernos socialdemócratas destinan partidas presupuestarias al mantenimiento de ciertas confesiones, al tiempo que existen derechas profundamente laicas. Otros criterios tienen una validez parcial muy discutible y/o son tan subjetivos que no aportan luz al asunto.
Por consiguiente, la distinción entre izquierda y derecha parece obedecer más a una necesidad de encuadrar al adversario político que a una denominación cabal y lógica. Es más, en algunos casos se dan alianzas entre la izquierda y derecha que ponen en entredicho la verdadera lucha por unos ideales. Recuérdese la adscripción del PNV (partido muy conservador) al bando republicano durante la Guerra Civil Española o el pacto germano ruso de no agresión que firmaron Hitler y Stalin. Tanto en las posturas más moderadas (socialdemocracia y tercera vía) como en las más extremas (totalitarismos de izquierdas o de derechas; anarcocapitalismo y anarcosocialismo) se observa un acercamiento de posturas entre la izquierda y la derecha, algo que termina de complicar aún más el asunto.
Se hace necesario, pues, ir abandonando dichas denominaciones. Una solución sería cambiarlas por otras que describan con más exactitud las ideas de cada partido. Ya no valdría decir que es de izquierdas o de derechas, sino que debería categorizarse de manera más detallada. Así, el ciudadano podrá tener un mejor conocimiento de las diferentes opciones ideológicas que la democracia pone a su disposición. Su voto tendría un mayor valor intrínseco al ser fruto de una elección más transparente y precisa.
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